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Protocolo para la evaluación del Bienestar Animal

Bienestar Animal

Durante los años 2004 a 2009 la Unión Europea financió el proyecto más ambicioso realizado nunca en el campo del Bienestar Animal.

Su acrónimo es Welfare Quality y tenía como uno de sus objetivos principales crear unos protocolos para evaluar el bienestar de los animales de producción en granjas y mataderos.

Por limitación presupuestaria y de tiempo, los protocolos se centraron solo en vacuno, porcino y aves de corral.

No obstante, el Welfare Quality no sólo nos dejó unos protocolos para evaluar el bienestar en unas especies concretas, sino que implantó una filosofía de cómo podía entenderse el bienestar animal y, lo más importante, generó una estructura de cómo podía abordarse esta cuestión también en otras especies. Esta filosofía se podría resumir en 3 puntos principales:

  1. El bienestar animal no depende de un solo indicador, sino de la combinación de indicadores muy diversos que deben complementarse entre ellos para acabar sacando una idea general de cómo está un animal.
  2. Las medidas basadas en el animal deben priorizarse sobre las de las instalaciones. Hay que fijarse más en cómo están los animales y complementarlo con medidas basadas en los sistemas de alojamiento que se vayan a utilizar.
  3. El bienestar animal se basa en asegurar una buena alimentación, un buen alojamiento, una buena salud y un comportamiento apropiado.

Los 4 principios del Welfare Quality o del bienestar animal (así se conocen desde entonces la buena alimentación, alojamiento, salud y comportamiento) se definieron en base a 12 criterios muy concretos, y esta estructura de 4 principios y 12 criterios es posiblemente la herencia más importante de este proyecto europeo.

De hecho, posteriormente, la Unión Europea financió un segundo proyecto llamado AWIN (Animal Welfare Indicators) que abordó pequeños rumiantes, équidos y pavos utilizando el mismo esquema como base.

Otros proyectos como el WelFur hicieron lo propio en visones y zorros, el Shelter Quality lo hizo para animales alojados en perreras y el C-Well para delfines. En este artículo se presenta un protocolo diseñado para la evaluación del bienestar animal en conejos y conejas reproductoras y sus gazapos basados en este mismo concepto.

El protocolo se ha desarrollado con el objetivo de utilizarse para la certificación en bienestar animal del mismo modo que los protocolos del Welfare Quality se utilizan para vacuno, cerdo y aves en el esquema AENOR Conform de bienestar animal.

Para ello, se han definido las variables a evaluar, los umbrales para cada uno de los indicadores utilizados y el sistema de integración de todas las medidas para acabar obteniendo una puntuación final de la granja.

Siguiendo uno de los puntos básicos de la filosofía Welfare Quality, se han priorizado las medidas basadas en el animal sobre aquellas basadas en el ambiente o en el manejo, aunque estas también tienen su papel dentro del protocolo.

La idea es que aunque el tipo de jaula/corral, la presencia o no de una plataforma o material de enriquecimiento ambiental, por ejemplo, son elementos a tener en cuenta cuando se habla de bienestar animal, en el fondo son sólo información sobre factores de riesgo.

Es decir, no te explican cómo está el individuo en realidad, sino que te indican el riesgo que hay que un animal tenga un mejor o peor bienestar.

Por contra, observar el estado de una muestra de animales sí te aporta información de cómo están estos animales realmente.

Así, en la tabla 1 se muestran los parámetros en los que se basa el protocolo desarrollado por el IRTA, en el que se ha intentado dar más peso a las medidas que nos aportan información sobre cómo están los animales, que a los factores de riesgo que pueda haber en la granja.

Una premisa básica de este enfoque es que si alguno de estos factores de riesgo (manejo e instalaciones) es realmente muy importante, sus efectos deberían poderse ver en los múltiples parámetros que se observan en los animales.

Por el contrario, si estos no están afectados, posiblemente, sea porque ese factor de riesgo no es tan importante para el animal.

La puntuación final del protocolo se basa en la combinación de todas las medidas mostradas en la Tabla 1, de forma que al final la granja obtiene una puntuación entre los 0 y 100 puntos. Así que sobre la nota final de la granja los principios pesan:

Dentro del principio de buena alimentación, hay dos criterios:

Aunque podría argumentarse que la sed es más importante que el hambre, pues los animales pueden morir antes de falta de agua que no de falta de alimento, se le da más peso al hambre porqué presenta medidas como la condición corporal que se evalúa en los animales, mientras que todas las medidas para evaluar la ausencia de sed se basan en instalaciones y manejo y, por tanto, debe tener un peso menor.

Si algún día se valida una medida que permita evaluar el grado de deshidratación de los animales, de forma rápida y fiable como para poderse utilizar durante una auditoría, estas proporciones lógicamente se deberán revisar.

Así, dentro del criterio de ausencia de hambre, el parámetro que pesa más es el de la condición corporal, que representa 65 puntos de los 100 de todo el criterio.

En este caso, se evalúa cuántas hembras reproductoras (de una muestra de 50, 25 alrededor de la inseminación y 25 justo antes del destete) y 30 machos reproductores, si hay alguno con mala condición corporal.

Otros diez puntos dependen del grado de limpieza de los comederos de 75 jaulas/corrales de hembras y 30 de machos seleccionadas al azar, otros 10 de si los gazapos de más de 21 días de vida de 25 jaulas/corrales evaluados aleatoriamente tienen acceso a alimento sólido y otros 15 de si se inspecciona diariamente que todos los gazapos alojados en los nidos hayan podido mamar de su madre.

Dentro del segundo principio del protocolo, de buen alojamiento, se distinguen tres criterios:

Dentro del criterio de confort en la zona de descanso, el parámetro más importante es la presencia de reposapiés para machos y hembras reproductoras, que supone 30 puntos.

Otros 20 puntos dependen de que se observen animales mojados y otros 20 puntos de que se observen animales sucios.

Estos tres parámetros se evalúan en un total de 75 hembras reproductoras y 30 machos.

Finalmente, hay tres medidas con 10 puntos cada una:

Por otro lado, si con luz natural o artificial hay algún animal que no se puede observar correctamente para su inspección (sin considerar los nidos) o se observa algún patrón de luz que no asegure como mínimo 8 horas de luz al día, se penalizará restando 20 puntos a todo el criterio.

Se podrán restar otros 20 puntos a todo el criterio si hay al menos 2 nidos, de los 25 evaluados aleatoriamente con animales de menos de 7 días, con un material de nido inadecuado (sucio, húmedo o insuficiente).

Dentro del criterio de confort térmico, los 100 puntos dependen del registro de temperaturas, que deberá estar entre 1ºC y 28ºC según máximas y mínimas registradas en la granja los días previos a la auditoría.

No obstante, se pueden perder los 100 puntos si se observan demasiados animales jadeando o temblando durante las evaluaciones de comportamiento realizadas durante la auditoría.

Así mismo, también se pueden perder hasta un máximo de 20 puntos si no se registran los momentos en los que se quema el pelo o si en esos momentos la temperatura sobrepasa, aunque sea puntualmente, las máximas de 28ºC.

Dentro del criterio de facilidad de movimiento, la medida con la puntuación más alta es la de densidad, que corresponde a 40 puntos, seguido de la altura de la jaula/corral (mínimo de 33 cm e ideal de 38 cm) que corresponde a 30 puntos más y de la medida libertad de movimientos (capacidad del animal para girarse, levantarse y acicalarse), que corresponde a 30 más.

Como se comentaba anteriormente, los principios de buena alimentación y de buen alojamiento suponen un 45% de la nota final de la granja.

En la segunda parte de este artículo, nos centraremos en los dos principios restantes que suponen el 55% restante.

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