Uno de los sesgos más importantes que tenemos en el control ambiental de los conejos es el hecho de que la principal sonda térmica somos los cunicultores y veterinarios. Al no tener pelo como la mayoría de mamíferos, y en nuestro caso los conejos, tenemos tendencia a ser más sensibles al frío que al calor.
En cambio, los conejos, que tienen una buena mata de pelo, padecen mucho más el exceso de calor que el frío, lo que puede conllevar mayores riesgos.
La gran ventaja que tenemos es que el principal recurso para luchar contra el calor sirve exactamente para el frío. Me refiero a la calorifugación o aislamiento térmico de la instalación. Tenemos la suerte que la variabilidad entre animales presente en una granja, es, en general mínima, ya que no tenemos animales híbridos de gran producción mezclados con razas peleteras como REX o Gigantes de España. Por tanto, las diferencias son únicamente por la edad de los animales.