Bienestar

Bienestar Animal en conejos

Bienestar Animal
Escrito por Osmayra Cabrera

El Bienestar Animal se considera uno de los pilares de la producción ganadera ya que, además de la necesidad de dar respuesta a una legislación cada vez más exigente, la aplicación de unas buenas prácticas en esta materia tiene un impacto directo en la calidad del producto.

Así, este aumento en la preocupación por el bienestar animal por parte de los consumidores obliga no solo a cumplir con la normativa y optimizar el estado de bienestar de los animales, sino que también exige que se documente el grado de bienestar animal en todas las fases del ciclo productivo.

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Concepto de bienestar animal

En la actualidad, se aceptan generalmente tres abordajes en relación a la definición del concepto de bienestar animal.

Emociones de los animales

Un primer abordaje tiene que ver con las emociones de los animales, es decir, la ausencia de emociones negativas y la presencia de emociones positivas. No obstante, la evaluación directa de las emociones, como el dolor o el miedo, no es posible como tal ya que, por el momento, no existen marcadores directos de estas emociones.

En consecuencia, para medir el miedo nos tenemos que basar en indicadores indirectos y más generales como la frecuencia cardiaca o comportamientos que sabemos que están asociados a éste, aunque cada animal tienda a mostrarlos de forma muy personal o incluso variable según las circunstancias en las que se encuentra.

Esto conlleva que este primer abordaje, siendo fundamental, tenga asociado un alto riesgo de mal interpretaciones si no se utilizan medidas validadas por métodos científicos muy robustos.

Harmonía del animal con el ambiente que le rodea

Un segundo abordaje está basado en el concepto de la harmonía del animal con el ambiente que le rodea y la consecuente capacidad para mostrar aquellos patrones de conducta que muestran la mayoría de los miembros de la especie en condiciones naturales. No obstante, los detractores de este abordaje basado en la naturalidad postulan que la asociación de base de la definición está muy lejos de la realidad.

Para entender esta idea se pone como ejemplo el caso del perro, por la proximidad con los potenciales consumidores como animal doméstico de compañía. Las condiciones naturales en las que viviría un perro serían las de su ancestro, el lobo. Así, aplicando el argumento del concepto de naturalidad al perro, se debería presuponer que su bienestar es mayor en un bosque que en casa de su dueño.

No obstante, ante este hecho, el consumidor argumentaría rápidamente que el perro en condiciones naturales debería buscar alimento (en la casa no debe hacerlo), buscar una zona tranquila donde descansar sin poner en peligro su integridad ante otros depredadores (en casa lo tiene asegurado), con riesgo de padecer lesiones que no puedan tratarse o enfermedades diversas (en casa tiene acceso a servicio veterinario 24 horas y supervisión constante), etc.

Es evidente que algunas de las objeciones que se consideran en el binomio naturalidad-bienestar animal tienen un fundamento argumental indiscutible. En nuestra opinión, estos argumentos no invalidan este abordaje del bienestar animal, pero igual que en el caso de la definición basada en las emociones, sí que debe ponernos sobre aviso de no utilizarla como paradigma del bienestar de los animales.

Existe un tercer abordaje que intenta proporcionar indicadores objetivos de bienestar animal alejándose de los conceptos más controvertidos, como la capacidad de evaluar objetivamente los estados emocionales o el concepto de naturalidad ligado al bienestar animal.

Función biológica adecuada

En este tercer abordaje, el bienestar animal se define en base a una función biológica adecuada en cualquier organismo vivo. Es decir, el bienestar del animal se define como el estado de un individuo en relación a las dificultades que tiene que afrontar en su entorno más inmediato, y está basado en el hecho que vivir tiene un coste para cualquier organismo y que este coste, en algunos casos, se puede cuantificar.

Para hacer frente a una situación adversa, que puede ser desde la búsqueda de alimento hasta la presencia de un depredador a pocos centímetros, el organismo activa una serie de funciones orgánicas preparadas para salvaguardarlo, siendo la respuesta de estrés una de las centrales en los procesos de adaptación de las especies, pero donde se incluyen otras como la respuesta inmunitaria o los sistemas de reparación celular.

Puesto que el animal actúa como un gran gestor de energía, se puede cuantificar la movilización energética que demandan estos procesos de adaptación (factores de estrés de intensidades y duraciones muy diversas) y el “coste biológico” que supone sobre otras funciones del organismo, como la capacidad de crecimiento y la salud.

Debido a que hay varias estrategias para hacer frente a las situaciones adversas, el bienestar animal puede variar dentro de un amplio rango, desde muy bueno hasta muy malo. En consecuencia, este abordaje permite, con los parámetros adecuados, cuantificar objetivamente el bienestar de los animales y comparar diferentes explotaciones, independientemente del sistema de producción, por lo que algunos autores lo consideraron la panacea del bienestar animal.

No obstante, los detractores, argumentan que no se tiene en cuenta conceptos tan importantes como las emociones o los comportamientos naturales de los animales.

En definitiva, hoy en día se acepta que no hay un único abordaje para definir el concepto de bienestar animal y que ninguno por si solo proporciona las herramientas adecuadas para su correcta evaluación.

Es decir, los tres abordajes deben considerarse como complementarios entre sí.

Así, podríamos decir que el animal alcanza el estado de harmonía cuando el ambiente que le rodea le permite satisfacer sus motivaciones. Cuando la situación cambia y se aleja de este estado ideal, el animal tiene que utilizar un amplio rango de mecanismos fisiológicos y de comportamiento para hacer frente a esta situación adversa.

La habilidad para hacer frente a situaciones adversas de forma satisfactoria o no, dependerá del animal como individuo y de la magnitud del problema. La imposibilidad de hacer frente a una dificultad puede llevar a la aparición de lesiones o enfermedades y, en consecuencia, a la aparición de dolor y sufrimiento.

Integrando estos diferentes abordajes, se puede llegar por tanto a un acuerdo de qué se necesita para alcanzar un buen nivel de bienestar animal. De hecho, es universalmente aceptado que el concepto de bienestar animal es multidimensional y que no se puede valorar a través de una simple medida, ya que la ciencia del bienestar animal es multidisciplinaria y utiliza una gran variedad de parámetros para su evaluación.

Tipos de medidas para evaluar el bienestar animal

Los parámetros para la evaluación del bienestar animal se clasifican en dos tipos principales:

  • Medidas basadas en las instalaciones/manejo
  • Medidas basadas en el animal

Las medidas basadas en las instalaciones y el manejo pueden indicar si el ambiente/entorno es aceptable o no para los animales.

La mayoría de legislación en bienestar animal está basada en la evaluación de medidas de las instalaciones o del manejo, como el espacio disponible por animal, la presencia de material de enriquecimiento ambiental, la provisión de agua y alimento, las condiciones de luz, las condiciones para al transporte, condiciones de suelos y camas, etc.

No obstante, estas medidas tienen, en realidad, una relación indirecta con el bienestar animal y están basadas en la asunción que existe un nexo entre estos aspectos del ambiente y sus consecuencias en el bienestar de los animales.

Es decir, a pesar de que son medidas que pueden llegar a ser muy importantes desde el punto de vista de bienestar animal, solo están aportando información del riesgo que tienen los animales de sufrir un problema, pero no evalúan el problema en sí.

Por contra, las medidas basadas en el animal evalúan directamente el estado de los animales. Por ejemplo, la presencia de agujeros en el suelo puede ser considerado un factor de riesgo para el bienestar (medida basada en las instalaciones), pero para evaluar el estado real de los animales se puede evaluar la presencia de heridas en las patas o la presencia de cojeras (medida basada en el animal).

La ventaja de las últimas es que reflejan el estado real de los animales. El inconveniente es que toman más tiempo y precisan de observadores mejor entrenados que aquellos que solo deben inspeccionar si hay o no agujeros en el suelo.

Así pues, la problemática de las medidas basadas en las instalaciones es que siendo fáciles de utilizar y de comunicar no miden realmente el estado de los animales y en cambio las medidas basadas en el animal, por el contrario, aunque miden realmente al animal, requieren de un mayor conocimiento de la especie y de las formas de evaluar su estado general.

Por ejemplo, las conejas viven en comunidad dentro de madrigueras compartidas donde pasan gran parte del día protegidas de la presencia de depredadores.

Dentro de estas madrigueras establecen sus jerarquías, de manera que hay animales más dominantes que otros.

Cuando establecen el lugar en el que cada una de estas conejas va a realizar el nido para sus gazapos, la dominante es la que tiene preferencia y, por tanto, la que hará ese nido lo más cerca posible de la zona comunitaria, la más difícil de encontrar por los depredadores y por tanto la más segura.

A medida que se va bajando en el escalafón jerárquico los nidos deben alejarse más y más de este punto central más seguro, de manera que los animales más subordinados nidifican en zonas más inseguras y más fácilmente detectables por los depredadores.

De hecho, existe incluso la teoría que estas subordinadas (o sus crías) sirven de señuelo para alejar a los depredadores de las zonas más centrales de la colonia y que por tanto, su papel, es el de dar alimento a estos depredadores.

En una especie con los ritmos reproductivos de los conejos y en los que la hembra no pasa más de 15 a 30 minutos al día con las crías, esta teoría no es tan descabellada.

Curiosamente, cuando el conejo pasó a domesticarse (es una de las últimas especies de producción animal que pasó por este proceso), las hembras se empezaron a separar en jaulas.

Bienestar Animal

Una de las razones iniciales por las que se hizo este proceso es por los problemas de comportamiento que se observaba cuando se ponían más de dos conejas juntas en la época de cría. Hay que entender que cuando se ponen dos conejas una al lado de la otra, automáticamente una se convertirá en dominante sobre la otra.

Cuando llegue el momento de criar, por tanto, la dominante esperará de la subordinada (tal y como pasa en condiciones naturales) que se aleje mucho del nido de la primera para llevar a los depredadores lejos de su nido.

Si esto no ocurre porqué comparten prácticamente el mismo espacio, la dominante lo verá como una amenaza y acabará atacando a la subordinada y, si tiene ocasión, también a sus crías.

En consecuencia, ya en los inicios de la domesticación de esta especie, allá por el siglo VII en monasterios del sur de Francia (el conejo no se consideraba carne sino pescado por lo que era un animal muy conveniente para la cuaresma), se debió llegar a la conclusión que las jaulas individuales resultaban beneficiosas para las conejas.

Es decir, se conseguía con este entorno manipulado que todas las conejas pudieran actuar como si fueran dominantes y hacer el nido cerca de su zona de descanso.

Por tanto, en esos tiempos seguramente se habría argumentado que el paso a las jaulas individuales era un avance importante en términos de bienestar animal.

Actualmente, sin embargo, no son pocos los que argumentarían que las jaulas impiden al animal mostrar conductas naturales y por tanto se abogaría por su desaparición en pos del bienestar de los animales.

En los dos casos, por tanto, se asume que las jaulas son un factor que impacta en el bienestar de los animales (aunque en direcciones divergentes), pero es importante recalcar que evaluar la presencia o ausencia de las jaulas no es en realidad evaluar el bienestar de los animales, sino evaluar su entorno, y que son los parámetros evaluados en los propios animales los que indicarán cuál es su estado real.

Esos parámetros de bienestar animal pueden ser:

Fisiológicos

  • Frecuencia cardiaca
  • Ritmos respiratorios
  • Temperatura corporal
  • Tensión arterial

Hormonales

  • Concentración De Adrenalina
  • Costicosteroides

Bioquímicos

  • Marcadores Musculares
  • Hepáticos
  • Renales

Inmunológicos

  • Línea blanca global
  • Basófilos, eosinófilos
  • Ratio neutrófilos/linfocitos

Clínicos

  • Heridas en el cuerpo, patas o orejas
  • Presencia de tos
  • Estornudos
  • Descargas oculares o nasales
  • Diarrea
  • Enteropatías
  • Abortos, animales nacidos muertos
  • Problemas respiratorios o digestivos
  • Condición corporal
  • Estado del pelaje,
  • Animales mojados o sucios
  • Jadeos o temblores
  • Zonas sin pelo, orejas caídas
  • Presencia de abcesos o inflamaciones,
  • Cojeras, cuellos torcidos
  • Sarna u otras parasitaciones

Comportamentales

  • Conductas agresivas entre animales,
  • Esterotípias (conductas repetitivas sin
  • ninguna finalidad aparente)
  • Miedo
  • Apatía
  • Excitación
  • Vocalizaciones, postura en reposo
  • Conducta exploratoria
  • Señalizaciones de alarma

Y es la combinación de todos estos factores, y todos aquellos que la ciencia del bienestar animal deba aportar en el futuro, los que nos deban decir si un alojamiento concreto asegura o no el bienestar de un animal concreto teniendo en cuenta la complejidad del propio concepto de bienestar, que jamás debe basarse en un solo indicador, si no en la combinación de tantos como sea posible.

En definitiva, el Bienestar de un individuo depende de su estado emocional, de la capacidad para mostrar conductas que le son propias y su nivel de adaptación al entorno en el que vive.

En condiciones naturales el entorno viene impuesto y la capacidad de un ser vivo para adaptare o no depende del propio individuo y de las condiciones del medio en un balance de fuerzas que Darwin definió como la selección natural, en el que los más fuertes y adaptados sobreviven y el resto no.

En producción animal, normalmente el animal se somete a un entorno manipulado, en el que se tiene la capacidad de controlar factores de estrés (definido como cualquier dificultad que vaya en contra de la supervivencia del individuo) que se dan de forma normal en la naturaleza.

Por ejemplo, se les libera de la necesidad de buscar alimento o se les puede proteger de la presencia de depredadores, parásitos o agentes infecciosos, proporcionar tratamientos veterinarios o protegerlos de inclemencias meteorológicas.

No obstante, incluso en esos entornos manipulados, pueden existir importantes factores de estrés que vayan en detrimento de la capacidad de adaptación de los animales (especialmente las relacionadas con necesidades de comportamiento), y por eso la ciencia del Bienestar Animal (una rama de la ciencia muy joven todavía) estudia qué factores son esos y como pueden evitarse o reducirse, idealmente utilizando medidas basadas en los propios animales.

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Osmayra Cabrera

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