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Caso clínicos: No siempre es oro todo lo que reluce

Escrito por: Xavi Mora

La granja trabaja en lo que conocemos como sistema DUO o en dos naves idénticas en banda única de 760 reproductoras.

Supervisando el sistema de trabajo no se apreciaron errores en la realización del vacío sanitario, pues se extraía el estiércol y posteriormente se procedía a limpiar y desinfectar a conciencia.

Por ello se asumió que no podían quedar demasiadas bacterias en las naves después de la venta de los animales y que por ello el proceso debería estar incubándose en maternidad.

De hecho en maternidad no se apreciaba ningún repunte de mortalidad y al principio la mortalidad se concentraba en el periodo que comprende desde los 5 días postdestete hasta los 17 días postdestete, disminuyendo de forma muy rápida la mortalidad a partir de ese día.

El proceso se centra en una diarrea muy variable, con amplia presencia de “colas mojadas o en forma de pincel” así como animales hinchados como balones.

En algún lote muy específico se observaron animales que rechinaban de dientes, pero siempre fueron jaulas muy concretas y nunca el proceso se acrecentó.

A la necropsia se observaban numerosos signos clínicos, extremadamente variables y que se podían asignar a procesos colibacilares y clostridiosis o incluso a ambos simultáneamente, obteniendo en resultados laboratoriales una variedad de antibiogramas que no permitían tomar decisión alguna.

Existían antibiogramas con sensibilidad a todas las moléculas testeadas y otros con múltiples resistencias, lo que no permitía esclarecer el origen de los problemas con claridad meridiana.

Se procedió durante los dos lotes siguientes a medicar de forma preventiva en maternidad y curativa en engorde con colistina y neomicina al comienzo del proceso con resultados muy dispares dentro del mismo lote de animales que no permitían tomar decisiones concluyentes.

Por ello se volvió a muestrear animales y revisar a fondo la instalación.

Por casualidad coincidió la visita con el día 38 de vida de los gazapos, observando que los animales aún estaban con la madre y a esta le faltaba apenas 4 días para el siguiente parto.

Al cuestionar la solución, se explicó que hacía cerca de medio año que destetaba a los 39-40 días de vida porque no tenía tiempo para limpiar y desinfectar ya que le habían cambiado el día de recogida de matadero. “Pero los gazapos se destetan bien de peso”, fue el comentario.

Es evidente que al destetar más tarde los gazapos son los principales afortunados, pero la reproductora sufre un estrés productivo muy elevado que a la larga puede pasar factura.

Ante los resultados inconcluyentes de laboratorio y de los tratamientos, se optó por sugerir que el problema era el débil estado inmunitario de las reproductoras que si bien no se apreciaba visualmente, este se mostraba en una baja calidad inmunitaria de los animales destetados que su sensibilidad a procesos digestivos se veía claramente modificada siendo afectados por ellos de forma alternante según la epidemia preponderante ese momento.

SOLUCIÓN

Se decidió cambiar el manejo del ciclo y se procedió a destetar a los 35 días retrasando la inseminación 3 días, pasando de viernes a lunes de la semana siguiente y se administró probióticos en agua y pienso así como ambientales para disminuir la carga microbiana de los animales.

En el primer lote siguiente ya se apreció una clara disminución de la mortalidad que en la segunda banda ya fue absolutamente normal quedando únicamente algunos casos muy localizados en jaulas que se asociaron a reproductoras concretas y se tuvieron que proceder a eliminar

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