La nutrición animal está teniendo una evolución continua tanto en el diseño de formulaciones como en los aditivos alimentarios que se incorporan, que cada vez son más técnicos y con conocimientos amplios que subsanan muchos de los errores que se daban hace apenas una década.
Los ácidos grasos son un claro ejemplo de aditivo que cada vez más tiene un uso más generalizado en producción animal y su incorporación en los piensos tienen un mayor interés.
Su interés radica tanto en la vertiente nutricional como sanitaria debido al efecto sobre el control del crecimiento de los agentes patógenos tanto en el aparato digestivo como en otras partes del cuerpo.
Su actividad es conocida desde hace tiempo utilizándose principalmente para aportar un control del crecimiento de las bacterias sin necesidad de utilizar antibióticos.
El principal problema que se encontraba en este tipo de sustancias se localizaban en:
- la apetencia de los animales, ya que al subir la dosis el rechazo a la ingesta de pienso era muy patente
- comportamiento corrosivo
- degradabilidad a las temperaturas altas
- fuerte olor
- que complicaba su manejo en fábrica;
su baja eficacia por su degradabilidad en el estómago y baja concentración a lo largo del intestino, que habitualmente es el órgano diana de esta gama de sustancias.
Actualmente existen varias soluciones, de las cuales una de las más elegantes es la esterificación de las moléculas formando monoglicéridos y diglicéridos, que tienen una estabilidad muy elevada. Los monoglicéridos y diglicéridos soportan perfectamente los procesos de fabricación de piensos, ya que en su elaboración se utilizan temperaturas mucho más elevadas que las utilizadas en las fábricas de pienso, perdiendo su capacidad irritativa y olorosa así como gustativa, por tanto no se dan los problemas en la fabricación ni en el rechazo de la ingesta por los animales.
Además, estas sustancias tienen por si solas actividad antimicrobiana, aumentándose cuando se disocian ya que ambas partes tienen actividad antimicrobiana lo que permite el control de las bacterias patógenas y poder así disminuir el uso de antibióticos. Esta disociación además es lipasa-dependiente.
Esto quiere decir que precisan de la lipasa, un enzima principalmente pancreática, para su disociación, y por tanto en el estómago no se pierde la actividad, ya que la esterificación soporta perfectamente el medio ácido del estómago, sino que se va liberando a lo largo del intestino de los animales como un efecto Bypass, con la ventaja que son activos tanto la forma disociada como la unida.
Destacar también que los estudios recientes de los AGV (ácidos grasos volátiles) de cadena media, señalan que en la forma simple tienen una marcada actividad frente a bacterias Gram+ y como fungicidas, mientras que las esterificaciones en forma de monoglicéridos de estos AGVs presentan actividad frente a bacterias Gram+ y Gram- además de su actividad antifúngica.
Precisamente la elevada concentración de ellos, caprílico en concreto, en la leche de la coneja, es uno de los argumentos que se esgrimen como razón de la elevada capacidad antibacteriana que transmite la coneja a sus gazapos y, sobretodo, frente a bacterias Gram+ que son las mayormente responsables de los procesos como la enterocolitis o enteropatía de los conejos.
Una de las medidas más eficaces para controlar este proceso digestivo consiste en alargar el periodo de lactación por encima de lo habitual, llegando hasta los 49 días de vida. Para ello es necesario retrasar el momento de la inseminación hasta los 25 días postparto con el aumento de los costes que se originan y la disminución de beneficios, ya que se disminuye un 30% el número de partos anuales de la instalación.
Además la sanidad de la reproductora puede resentirse por el aumento del periodo de lactación que erosiona el balance energético de esta a cambio del beneficio que se repercute en la sanidad del cebo.
Por este motivo la investigación precisamente en estos AGVs tiene tanto interés en cunicultura, puesto que permitiría aumentar la prevención en estos procesos vehiculadas por bacterias Gram+ sin tener que acudir a estas medidas de manejo más agresivas para las reproductoras.
Además esto se suma a la efectividad frente a bacterias Gram– como son E.coli y Salmonella que están demostrando en su forma química de Monoglicéridos con lo que ayudan con eficacia en el control de estos procesos, sobretodo cuando están afectando de forma crónica a una granja.
A esta actividad frente a clostridios y enterobacterias simultáneamente en el tubo digestivo, se une su capacidad de actuación frente a Staphylococcus aureus, el estafilococo que produce las mamitis estafilocócicas además de otras lesiones como abscesos en el conejo. Hay frecuentes referencias en la literatura a su eficacia frente a estafilococos y estreptococos en otras especies, sobretodo en vacuno y porcino, por lo que su actividad preventiva en conejas reproductoras puede tener interés como soporte al control de estos procesos a los tratamientos tradicionales.
Su actividad se debe a la capacidad que tienen de intercalarse en las membranas bacterianas, siendo el ácido caproico y caprílico los más activos frente a Gram- y el acido láurico y cáprico frente a Gram+, sumando sus efectos de forma sinérgica si trabajan conjuntamente.
Al intercalarse en la membrana bacteriana consiguen alterar el Ph de la bacteria, que generalmente es cercano a la neutralidad (Ph=7), acidificando su contenido interior, lo que provoca la reducción de su metabolismo y posteriormente la muerte bacteriana.
Gracias a esta capacidad de freno bacteriano tienen un potente efecto sobre la persistencia de los patógenos en el intestino ya que reducen la presencia de las bacterias patógenas en él y por tanto reducen su capacidad de colonización de las vellosidades intestinales, reduciendo por tanto su virulencia.
Hay estudios que valoran también un aumento de la actividad de los neutrófilos a nivel general, en concreto en los pulmones y glándulas mamarias, seguramente debido a la disminución de agresiones bacterianas que tienen que afrontar que hacen que actúen mucho más rápido en las otras localizaciones al haber más disponibles en el cuerpo del animal y también a un posible efecto potenciador de su actividad.
Frente a virus, aunque no hay estudios en cunicultura, si los hay en otras especies, sobretodo frente a virus encapsulados como es la gripe aviar o el PRRS, donde parecen mostrar también su eficacia al desestabilizar su cápsula vírica de la misma forma que la bacteriana impidiendo su actividad patógena, por lo que no sería nada desdeñable que se pudiesen hacer pruebas de campo frente a los dos virus que nos afectan gravemente en cunicultura.
Los ácidos grasos volátiles (AGV) se subdividen en tres grandes grupos:
La utilización de los AGVs en alimentación cunícola tienen además un claro efecto sinérgico con otros aditivos de forma que su adición va generando una mayor protección frente a las bacterias patógenas convirtiéndose en una de las soluciones para reducir el uso de antibióticos en ganadería y, en concreto, en cunicultura, que sin embargo nunca debemos olvidar que para ello es necesario que tanto el aporte de agua como el confort ambiental en que se encuentren los animales, debe ser óptimo, pues de lo contrario estaríamos enfrentándonos contra nosotros mismos.