La verdad es que en estos momentos es absolutamente imposible predecir qué ocurrirá en las próximas semanas, y aún menos en los próximos meses. A largo plazo ya es otra situación, pero el día a día es tan variable que intentar hacer predicciones es altamente arriesgado.
En una primera aproximación, es evidente que el consumo tiene variaciones semanales muy sensibles, pero las tensiones son puntuales en momentos concretos y en mataderos concretos, que en apenas unos días cambian.
No hablamos de exceso de producción en realidad, sino de problemas en algunos canales de distribución que están muy afectados por la crisis sanitaria del COVID19, desapareciendo del mercado, como los restaurantes por ejemplo, mientras que en la distribución para tiendas, como carnicerías, se ha notado incluso un aumento de consumo, alterando las líneas habituales de distribución.
Del mismo modo, hay semanas en las que el martes no existen aún pedidos, creando una alarma en los mataderos, y al día siguiente, el volumen de pedidos es tal que casi no se puede ni servir, con casos reales como el de una carnicería que semanalmente está vendiendo 4 veces más de lo habitual de forma sostenida, pero en la que las ventas no son en los días que tradicionalmente solían ser.
Esta alteración en la distribución está creando tensiones de difícil solución que, como siempre, acaban perjudicando en primera instancia a los mataderos, y en segunda instancia y de forma muy grave a los cunicultores, que ven amenazados sus ingresos.
Esto está provocando una bajada de las cotizaciones, cuya recuperación se espera cuando se acabe la situación de alarma sanitaria, tomando las debidas precauciones, ya que este año parece que el turismo no va a ser un motor económico, y esto podría afectar negativamente al consumo de carne de conejo en el periodo estival.
Esta situación no es exclusiva de la carne de conejo, sino que afecta a otras producciones cárnicas como la carne de ave o, sobretodo, ovino y vacuno, donde el consumo mayoritariamente se da en restaurantes.
La cotización de carne de conejo en el resto de Europa está viviendo una situación muy parecida a la de España, con fuertes disminuciones, entrando el sector productivo en pérdidas y detacando la situación de Italia, con una caída muy preocupante.
Las cotizaciones de la piel de conejo siguen siendo bajas, con retiradas de pieles incluso sin cotizar, aunque en los mataderos que obtienen pieles de calidad ya se empieza a ver movimiento y incluso se pueden valorar, mientras que en el sector de piel de alta calidad para moda también da la sensación que estan pasando por unos momentos preocupantes.
A pesar de todo, los inputs que se están asomando no son los mismos que en Italia, y se espera una estabilización en las cotizaciones españolas, al menos a corto plazo, con una lenta recuperación en los próximos meses, aunque debido a la total desinformación de la evolución de la crisis es muy difícil conjeturar nada sólido.
Mientras escribo estas líneas he recibido llamadas de mataderos desesperados buscando conejos, dispuestos a pagar las primas que sean necesarias, y otros que quieren erradicar las mismas porque les cuesta colocar las canales.
Esto es un reflejo de lo irregular de la situación y que, como siempre, acaba repercutiendo en pérdidas de beneficios para ganaderos y mataderos, a pesar de visualizar aumentos de precios en los supermercados que contradicen las cotizaciones reales que perciben los diferentes actores del sector.
Hay que destacar positivamente la campaña de INTERCUN, que interviene en estos momentos y podría dar un vuelco importante a la situación del sector durante unas semanas, despejando dudas temporales y dando aire tanto a cunicultores como a mataderos, pues se está evidenciando que tanto unos como otros están sufriendo económicamente.