Es comprensible y además lógico. Si aparecen por la puerta una pareja de turistas o estudiantes de veterinaria, simpáticos con ganas de hacer un trabajo fin de carrera… NO es lo habitual.
El carácter de los cunicultores es en general bondadoso, con ganas de complacer, sufrido en el día a día y que se vuelca con alegría ante una petición bien hecha, aunque le conlleve una pérdida de tiempo y siempre sin sospechar que en general estas personas, habitualmente provenientes de ciudad, están más que habituados a mentir. Para ellos manipular es el pan de cada día, y cuando uno está peleándose con conejos, animales que dan bastantes quebraderos de cabeza pero que no mienten, la perspicacia no es nuestro punto fuerte.
Borrón y cuenta nueva…. sí, pero hay que aprender. La legislación es bien clara gracias a Dios. Hay que rellenar un libro de visitas -es obligatorio-, sean turistas o fontaneros o veterinarios del ministerio, identificándose debidamente y tenemos la obligación de comprobar con el DNI que es cierto. La salvedad es la policía que tienen que identificarse sólo con el número identificador -del ejército no tengo ni idea-, pero no creo que visiten muchas granjas de conejos.
Por otro lado, las cloacas siempre existen, miren a la política, pero no son ni de cerca representativos de un sector como el nuestro, que hace años que está haciendo los deberes y mediante INTERCUN promoviendo iniciativas para mejorar precisamente ámbitos relacionados con el bienestar y la bioseguridad.
En conclusión, si alguien acude a la granja o matadero o donde sea prometiendo oro, desconfíen y cierren la puerta y cuanto más dorado sea el oro más cerrada la puerta. Los refranes, cuanto más antiguos más ciertos: !No es oro todo lo que reluce! Y en cunicultura mucho oro no sé si hay…..