15/07/2020
Manejo Patología

¿Cómo puedo favorecer la solubilidad de los antibióticos?

solubilidad antibióticos
Escrito por Xavier Mora

La calidad y características del agua tienen una influencia muy importante en la solubilidad de los productos medicamentosos que se administren por ese vía de aplicación provocando en ocasiones que el tratamiento sea totalmente ineficaz debido a una mala solubilidad

La solubilidad de los antibióticos en el agua viene influida por una serie de criterios que dependen tanto del producto a utilizar, como de la calidad del agua que se va a utilizar para disolver el producto.

Hay que precisar que el producto, ya sea en polvo o en líquido, está constituido por el principio activo y el excipiente.

El principio activo

Es el compuesto químico, natural o de síntesis, responsable de la acción terapéutica que deseamos que actúe en los animales para contener un proceso infeccioso, bacteriano o que tenga una actividad farmacológica (como la acción antiinflamatoria).

Dependiendo del proceso de fabricación, el principio activo puede tener una mayor o menor pureza, y pueden existir además impurezas que, además de interaccionar con los animales, pueden influir sobre el comportamiento físico o químico del principio activo en su administración a través del agua (actividad y solubilidad).

solubilidad antibióticos

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Los principios activos son moléculas más o menos complejas que suelen poseer radicales en su estructura química y por tanto se ionizan, es decir, pueden tener carga positiva o negativa. Esto es lo que permite que la molécula sea hidrosoluble, mientras que las moléculas sin estos radicales ionizables no son solubles, en principio. La carga ionizada es la que nos definirá si la molécula es soluble en un medio (agua) ácido o básico.

Existen también moléculas que disponen tanto de radicales con carga positiva como negativa y, gracias a ello, son perfectamente solubles tanto en medios ácidos como en básicos.

Es el caso de la amoxicilina, que es perfectamente soluble en aguas ácidas como en básicas y por tanto, no le afectará la solubilidad el pH del agua que tengamos en la granja, aunque preferentemente, siempre obtendremos un pH donde se disolverá con mayor eficacia.

En los casos en los que la molécula sólo disponga de una forma ionizada, que es lo más habitual, únicamente obtendremos una buena eficacia del principio activo cuando esté en consonancia el pH del agua con la capacidad de solubilización del principio activo.

Así, nos encontramos que podemos clasificar las moléculas medicamentosas según tengan una ionización ácido débil o una ionización base débil.

Como consecuencia de ello y puesto que la forma ionizada es la hidrosoluble, tenemos:

Moléculas ácido débiles con solubilidad más alta en aguas con pH superior a 7:

  • Amoxicilina
  • Quinolonas (Enrofloxacina)
  • Flumequine
  • Sulfamidas
  • Vitamina C y vitaminas  hidrosolubles en general
  • Aspirina (ácido acetilsalicílico)
  • Ibuprofeno
  • Paracetamol
  • Teofilina

Moléculas base débiles con solubilidad más alta en aguas con pH inferior a 7:

  • Colistina (es una molécula con una ionización base fuerte)
  • Neomicina
  • Espiramicina
  • Eritromicina
  • Tilmicosina
  • Tilosina
  • Oxitetraciclinas (Oxitetraciclina,  Doxiciclina…)
  • Bromhexina
  • Tiamutina
  • Propilenglicol
  • Estreptomicina

En el caso de las moléculas base débil, puede ser necesario en muchas ocasiones añadir un acidificante al agua para mejorar su solubilidad y, por tanto, su eficacia para el tratamiento. Por el contrario, en las moléculas ácido débil, debemos asegurarnos que no se utilice acidificante o, si es imprescindible su uso, limitar la dosificación a la mínima indispensable para no reducir el pH por debajo de 7.

Una alternativa de uso es la utilización de solubilizantes que permitan aumentar la solubilidad de las moléculas en el agua a un mismo pH, teniendo en cuenta que se han de dosificar estos en primer lugar, antes de añadir los medicamentos, pues el efecto en caso contrario sería más bien pobre.

El excipiente

Los excipientes son los compuestos químicos que se mezclan con el principio activo para mejorar las cualidades del producto final en su administración en las granjas. Básicamente, en la solubilidad, fluidez, mojabilidad, granulometría y estabilidad del principio activo.

Normalmente, los excipientes se clasifican dependiendo de la función que aportan al producto medicamentoso. Así, los podemos clasificar según:

Aglutinantes

Mantienen los ingredientes del producto unidos.

Diluyentes

Sirven para rellenar el contenido y así poder tener una presentación farmacéutica conveniente para su utilización en las granjas, utilizando dosificaciones fáciles de aplicar. Es decir, dan volumen al producto.

Edulcorantes y saborizantes

Se utilizan para disimular una mala palatabilidad del producto que pudiera generar un rechazo en el consumo por parte de los animales.

Estabilizantes

Productos que aseguran la estabilidad del principio activo actuando como conservantes y antioxidantes.

Mejoradores de biodisponibilidad

Más utilizados en medicina humana, son productos que aumentan la cantidad de fármaco que llega al torrente sanguíneo.

La utilización de una serie de excipientes u otros, inclusive la falta de su existencia o calidad de ellos, tiene mucha importancia en la posología que se utilice para tratar un proceso.

Un producto medicamentoso bien formulado, con unos excipientes bien estudiados y de calidad, conseguirá que la solubilidad sea superior y por tanto, su eficacia se verá aumentada, siendo necesario un tratamiento con las dosis terapéuticas claras y bien pautadas, con una eficiencia que nos evitará problemas posteriores.

Por el contrario, un mismo principio activo que está formulado con unos excipientes de baja eficiencia o inexistentes, puede provocar que sea necesario una pauta de tratamiento con dosis superiores, o será necesario añadir productos solubilizantes en el agua para mejorar la calidad del tratamiento, lo que puede incluso implicar la realización de recetas Off label que siempre comportan incoherencias debidas a un posible ahorro en el tratamiento, con un coste similar al final.

Hay que tener en cuenta que las condiciones de laboratorio donde se desarrollan los productos farmacéuticos no coinciden con la calidad de agua, tuberías, depósitos, bebederos y errores de dosificación que nos podemos encontrar en las granjas.

Hay que leer siempre atentamente la receta expedida por el veterinario, y asimismo leer el prospecto del producto y, ante la duda, siempre es mejor reconsultar al veterinario

No será la primera vez que una pauta clara escrita de 0.2 gr x L de agua se transforma en 2 L de producto por 1000 L de agua, con las consecuencias que se pueden derivar tanto de la afectación del producto a los animales, como de la solubilidad del producto y consecuente problema en tuberías y bebederos. Del mismo modo, tampoco será la primera vez que se prescribe una posología en la receta, y verbalmente se dice otra, ya que todos estamos sujetos a errores que podemos cometer de forma inconsciente.

Además, las posologías actualmente se plasman en los prospectos de los productos medicamentosos con una notación casi imposible de descifrar a primera vista, ya que se calcula en mg por kg de peso vivo y día, lo que requiere unos cálculos complejos de consumo de agua teórico según la fase o estado productivo del animal y la concentración del producto y, a ello, hay que sumarle el estado y composición del agua (pH, temperatura, tiempo entre preparación del agua medicada y consumo real de los animales…).

Los conejos son animales de hábitos crepusculares, atardecer-noche y amanecer, comiendo y bebiendo principalmente en estos periodos limitados de tiempo, y es cuando precisamos que la medicación esté en las mejores condiciones y a las dosis deseadas.

Recomendaciones para cuando necesitemos asociar productos

  1. No combinar más de dos productos.
  2. No mezclar productos cuyas solubilidades sean malas, ya que solo conseguiremos hacer una pasta en el depósito.
  3. Disolver cada producto por separado antes de añadirlos al depósito de agua.
  4. Añadir siempre primero el producto medicamentoso más soluble y a continuación, el de peor solubilidad.
  5. No mezclar moléculas con carácter químico opuesto, ya que el riesgo de precipitación es elevado.
  6. Remover periódicamente el agua medicada para evitar precipitaciones o capas de medicamentos.

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Acerca del autor

F. Xavier Mora

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