Bienestar

Fagos, terapia del futuro

antibióticos
Escrito por Osmayra Cabrera

El uso de antibióticos en la producción animal se contempla cada vez más como un recurso de última frontera, es decir, cuando ya no sabemos que hacer para controlar un proceso infectocontagioso.

No cabe duda de que el uso de antibióticos en los últimos años ha sido un recurso fácil de lucha contra los agentes patógenos y que sin duda esta utilización “fácil” ha generado más resistencias a los antibióticos en las bacterias.

Las líneas de trabajo actuales para el control de los procesos infecciosos en los animales abarcan un gran número de productos diferentes como son los probióticos, prebióticos, ácidos orgánicos, enzimas, extractos de   plantas y aceites esenciales por ejemplo, así como una serie de cambios en las formulaciones de los piensos administrados para mejorar la digestibilidad y disminuir los riesgos predisponentes a los que podríamos afectar a los animales.

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Sin embargo, todos estos productos tienen un coste económico superior, reduciendo por tanto los beneficios y además su eficacia no siempre es la esperada, pues intervienen muchos factores en su eficiencia de ámbito ambiental y de la presencia de agentes patógenos, ya sean bacterianos, víricos o parasitarios, que actúan disminuyendo el estatus inmunológico de los animales.

Por ello son varias las empresas que buscan alternativas a los tratamientos para el control de las enfermedades y que puedan ser compatibles tanto con los tratamientos medicamentosos si fuera necesario como con el uso de productos alternativos (probióticos, etc.)

Una de estas alternativas que se está desarrollando y que puede tener su espacio en el futuro  es el uso de bacteriófagos o, como se les conoce coloquialmente, fagos.

Un fago es un virus que infecta a las bacterias, es decir, como la gripe pero que solo afecta a las bacterias.

Curiosamente los fagos tienen todos la misma forma que es muy característica formada per 4 partes muy diferenciadas:

  • Cabeza, donde se encuentra todo el material genético
  • Cuello
  • Cola
  • Al final de la cola hay unas fibras que albergan los receptores para el reconocimiento y unión a las bacterias a las que atacan.

Su capacidad de control de enfermedades viene dada por su capacidad de parasitar las bacterias y multiplicarse en ellas produciendo su muerte.

Los fagos se pueden dividir en virulentos y temperados en función de su ciclo de vida y este es uno de los datos más importantes cuando queremos utilizar esta tecnología.

Los fagos más virulentos producen el ciclo lítico, en el cual se unen a su huésped bacteriano al que le inyectan el genoma para que la maquinaria molecular de la bacteria la reproduzca y finalmente, lisan a la bacteria para salir las nuevas particular víricas o fagos al exterior.

El otro grupo de fagos, los temperados, son mucho menos agresivos y infectan a su huésped mediante un ciclo lisogénico, donde el genoma del fago permanece latente en la bacteria.

De hecho en ocasiones se introduce dentro del genoma bacteriano, y se reproduce en la bacteria a la que parasita de forma independiente de esta.

En un momento determinado, estos fagos temperados, se activan y dan lugar al ciclo lítico.

Precisamente son este segundo grupo el que se tiene que evitar totalmente, ya que al incorporarse al genoma bacteriano le puede suministrar genes de resistencia a antibióticos, por dar un ejemplo, transmitiendo la resistencia de las bacterias a los antibióticos. Justo lo contrario que se quiere obtener.

El primer grupo de bacteriófagos, los que tienen un ciclo lítico, son la alternativa al uso de antibióticos para tratar infecciones bacterianas, ya que en su ciclo reproductivo las destruye directamente.

El primer paso para el uso de los bacteriófagos es el aislamiento de las cepas de fagos que más específicamente afectan a la bacteria que queremos controlar. Por ello es imprescindible un protocolo de trabajo muy claro y definido:

  1. Identificar de forma inequívoca la bacteria a la que queremos controlar.
  2. Detectar que fagos tienen capacidad de atacar a la bacteria o a la cepa de la bacteria en concreto que nos afecta. Es necesario aislar específicamente las bacterias patógenas que afectan a la granja que serán contra las que se utilizaran las fagotecas buscando los fagos más eficaces.
  3. Asegurar que el fago es lo más  especializado posible. Es importante ya que un fago de amplio espectro afectará a muchas bacterias y puede desequilibrar la microflora saprófita en lugar de controlar la bacteria que queremos.
  4. Preparaciones con una gama de fagos que puedan diferir en su susceptibilidad  a la cepa para evitar que la bacteria desarrolle resistencia a la afectación de los bacteriófagos, creando lo que se conoce como   “cóctel de fagos”.

La utilización de este tipo de terapia antiinfecciosa empieza a ser importante, sobre todo frente a procesos como Salmonella en avicultura, donde su funcionamiento es muy satisfactorio.

En procesos de Campylobacter, E.coli, Listeria y Estafilococos se está avanzando mucho pues son enfermedades que tienen muchísimo interés en controlarse pues son las causas de una gran parte de los tratamientos con antibióticos en los instalaciones ganaderas, pues son bacterias.

En los procesos entéricos los tratamientos con fagos se pueden dosificar en el agua de bebida o directamente en la boca de los animales, pero siempre debe tenerse en cuenta que se utiliza material vivo, es decir, que en el frasco con bacteriófagos estos están vivos, y por tanto el uso de biocidas en el agua puede modificar de forma importante la viabilidad del tratamiento.

Otra cuestión a tener en cuenta es la vida media y útil de los tratamientos con bacteriófagos. Al administrar los bacteriófagos, estos necesitan encontrar las bacterias diana sobre las que actúan para multiplicarse, por lo que si se realiza el tratamiento en un periodo en el que no están presentes las bacterias objetivo, el tratamiento fallará estrepitosamente y cuando hagan acto de presencia las bacterias patógenas ya no quedaran bacteriófagos.

En este caso los tratamientos preventivos tienen eficacia si se extienden durante el periodo de riesgo de contagio o multiplicación de las bacterias abarcando por tanto las épocas críticas. En caso contrario su eficacia disminuye notablemente.

Desde el punto de vista legal existe un vacío pues de momento no hay una legislación clara que permita su uso a la espera que en un futuro cercano se legisle adecuadamente su uso.

A ello se suma el riesgo que un mal uso podría repercutir en el medio ambiente y el hecho que la utilización de fagos incorrectos o de baja eficacia contra la cepa patógena podría desencadenar alteraciones en la microbiota que podría tener el efecto contrario o no tener ningún efecto en el mejor de los casos.

La terapia fágica, al ser posible utilizar tanto para bacterias Gram+ como para bacterias Gram-, podría permitir el control de las mamitis estafilocócicas en las reproductoras simplemente aplicando, en espray por ejemplo, en la zona ventral de las reproductoras los fagos específicos contra Staphylococcus aureus, sin necesidad de aplicar antibioterapia de forma terapeutica.

Por tanto la terapia fágica abre nuevas y prometedoras puertas al control de enfermedades en sanidad animal y controlar las bacterias que podrían quedar residuales contaminando las canales consiguiendo resultados óptimos en el control de enfermedades sin necesidad de utilizar antibioterapia.

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Osmayra Cabrera

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