Estos comentarios son relativamente frecuentes en nuestras visitas a las explotaciones y, sobretodo, en llamadas de urgencia por teléfono, difíciles de solucionar si no se está “in situ” para ver que ha ocurrido.
Habitualmente se debe a que no se han tomado las medidas necesarias para que la solubilidad de los medicamentos sea óptima o no se han seguido los procedimientos habituales. Sin embargo no podemos culpabilizar en el manejo de forma arbitraria, pues frecuentemente influyen muchas otras causas que distorsionan el comportamiento habitual de un antibiótico al intentar disolverlo en agua.
Consejos prácticos para obtener una buena solubilización del medicamento:
1. Utilizar un agua sin contaminación bacteriológica. Si instauramos un tratamiento medicamentoso en el agua y ésta nos llega contaminada con bacterias, ya sean E.coli, clostridios, o simples coliformes, que en apariencia no tiene mayor consecuencia, nos encontramos que el antibiótico utilizado gastará parte de su potencial y por tanto su efectividad, en la destrucción de estas bacterias presentes en el agua, y, para cuando llegue a los animales, su eficacia se encontrará muy mermada.
2. Disponer de agua químicamente correcta. Debe de ser agua potable de lo contrario el antibiótico puede tener muchas interferencias en su solubilidad. Contaminaciones de agua por hierro o sal afectan de forma importante a su solubilidad y disponibilidad. Hay que prestar mucha atención a la presencia de floculadores den el agua. Los agentes floculantes son una de las medidas importantes que se utilizan en aguas potables de consumo humano para evitar malos olores y partículas en suspensión y inhiben especialmente la solubilidad de los antibióticos.
3. Tanto si se utiliza un dosificador automático como si se medica directo en el depósito de agua hacer una dilución madre previa con agua tibia (alrededor de 25ºC a 30ºC).
“ la calidad microbiológica y fisicoquímica del agua influye en el comportamiento del antibiótico”
4. Incorporar productos acidificantes o solubilizantes si son necesarios antes de incorporar el antibiótico a la mezcla. Después ya son totalmente ineficaces.
5. Agitar con energía para facilitar la disolución del antibiótico, tanto si el formato es líquido como si es polvo. El agitar introduce energía cinética en la mezcla y permite una mayor solubilidad. Si se tiene un mezclador de pinturas o similar es conveniente utilizarlo pues optimiza la disolución.
6. Añadir el polvo oral o líquido oral a la mezcla y nunca al revés. Si se añade agua al medicamento generalmente obtenemos una goma espesa y difícil de mezclar.
7. Si se han de añadir varios medicamentos empezar por el de mayor solubilidad y si hay dudas se recomienda consultar al veterinario o laboratorio fabricante.
8. El agua tratada así como la solución madre en general no deben superar las 24 horas siendo necesaria su retirada y volver a hacerla. Si la calidad del antibiótico permite superar las 24 horas estará claramente especificado en el prospecto. Hay que leer detenidamente el prospecto pues encontramos productos medicamentosos que no llegan ni a las 24 horas.
9. Comprobar el consumo de agua cada día y inspeccionar las tuberías para detectar la presencia de biofilm.