REPOSICIÓN EN TIEMPOS DE CRISIS
A estas alturas de la cunicultura a nadie vamos a convencer de la necesidad de utilizar genética en centros reconocidos. Los (las) cunicultores(as) están concienciados(as) de la ventaja económica y aplican las buenas prácticas mejor que nadie.
Llegan, sin embargo, los malos tiempos y hay que estudiar reducir costes, y esto puede incluir un recorte en la genética y realizar autorreposición.
Pero, ¿realmente ahorrar en genética significa mejorar los beneficios? Pues seguramente no pero, ¿alguien nos ha mostrado las ventajas e inconvenientes, no en palabras sino en euros?
Sin embargo, no hace falta entrar en aquellas ecuaciones sino en otras mucho más sencillas. Estas ecuaciones se mostrarán en el siguiente apartado, con la intención de ponerlas a disposición de quien quiera realizar los cálculos en su propia granja. La lectura de este apartado no es necesaria para entender el último apartado, en que se muestran ejemplos prácticos.
LA PÉRDIDA DE LA RENTABILIDAD AL USAR AUTORRESPOSICIÓN EN LA GRANJA EXPLICADA CON 12 DATOS
Cada granja es un mundo, pero esto no quita que se pueda estimar de forma más o menos precisa la pérdida de rentabilidad. En el artículo de Cartuche y col. (2014) que comentábamos en el apartado anterior nos encontraremos con cinco ecuaciones que dependen de 56 variables.
Aquí lo vamos a tener mucho más fácil, ya que solo necesitamos tener en cuenta aquello que puede variar debido a cambios en las líneas genéticas utilizadas:
ingresos
coste de alimentación del engorde
costes de adquisición de la hembra de producción.
Para saber cómo afectan las diferentes prácticas que podemos realizar para obtener la reposición únicamente necesitamos conocer 12 variables que el cunicultor conoce de su granja prácticamente con los ojos cerrados. Estas variables son:
Variables independientes del sistema de reposición:
- número de ciclos por año (que llamaremos Cl)
- el precio del pienso (PrP, en € por kg)
- precio pagado en matadero (PrM, en € por kg)
- peso de venta al matadero (PM, en kg), considerando que el animal acaba el engorde cuando alcanza un peso determinado, independientemente de la genética utilizada.
Variables dependientes de sistema de reposición:
- tamaño de camada de las hembras de producción (TC, nacidos vivos por parto)
- duración del engorde (D, en días)
- precio de adquisición de las hembras de producción (PrR, en €)
- mortalidad de nacimiento a final del engorde (MG, en %)
- fertilidad (F, en %)
- consumo diario de pienso de los gazapos (C, en kg por gazapo y día)
- tasa de reposición (TR, en %)
- mortalidad en reposición (esto es, desde que acaba el engorde hasta que la hembra se insemina; MR, en %)
Por hembra y año, tenemos que
- Ingresos I=TC× (1-MG100)×Cl×F100×PM×PrM
- Coste pienso de engorde CE=TC×1-MG100×Cl×F100×C×D×PrP
- Coste de las hembras de producción:
Si se adquieren en centro de selección:
Coste de las hembras de producción CR= TR100-MR×PrR
Si se obtienen con autorreposición:
Coste de las hembras de producción CR= TR100-MR×PM ×PrM
Si queremos saber las diferencias de rentabilidad entre un sistema (1) y otro (2), calculamos (I1-CE1-CR1) – (I2-CE2-CR2).
ALGUNAS PRÁCTICAS DE MANEJO DE LA REPOSICIÓN QUE NOS PODEMOS ENCONTRAR
Dejémonos de fórmulas y vayamos a los ejemplos prácticos. A continuación, se exponen algunas prácticas de manejo que se llevan a cabo en el cruce a tres vías. Para ello pondremos como ejemplo una granja con los siguientes valores para las diferentes variables:
- Número ciclos por año (Cl):8,70 (esto es, ciclos de 42 días)
- Precio del pienso (PrP, € por kg): 0,25
- Precio pagado en matadero (PrM, en €/kg) : 1,80
- Peso de venta al matadero (PM, en kg) : 2,1
- Tamaño de camada (TC, nacidos vivos por parto) : 10,7
- Duración del engorde (D, en días) : 30
- Precio de adquisición de las hembras productoras (PrR, en euros) : 10
- Mortalidad de nacimiento a final del engorde (MG, en %): 20
- Fertilidad (F, en %): 80
- Consumo de pienso de los gazapos (C, en kg por gazapo y día) : 110
- Tasa de reposición (TR, en %): 120
- Mortalidad en reposición (MR, en %): 10.
Escenario habitual e ideal.
El(la) cunicultor(a) utiliza como hembra productora (AB) la resultante de cruzar dos líneas A y B (líneas independientes entre ellas pero seleccionadas ambas por caracteres reproductivos).
Hay dos formas de obtener esta hembra productora (AB):
- El(la) cunicultor(a) adquirió abuelas A y un centro de inseminación le insemina las abuelas A con semen de abuelos B, o
- El(la) cunicultor(a) no tiene abuela. Las hembras productoras AB han sido adquiridas a un centro de selección o multiplicación que ha hecho el cruce anterior en sus instalaciones.
La conveniencia de la adquisición de abuelas o cruzadas por parte del(la) cunicultor(a) es un tema que se debería tratar en otro artículo. En este trabajo, consideraremos igual de válidas las dos opciones desde el punto de vista de la rentabilidad.
Escenario atípico 1.
- El(la) cunicultor(a) se encuentra con un periodo de crisis y frena la adquisición de compra de abuelas A o hembras productoras AB.
- Tiene hembras productoras AB e insemina unas cuantas con semen de machos B.
- Las hembras productoras obtenidas siguen siendo AB, pero se reduce la heterosis, es decir, las nuevas hembras tienen menor tamaño de camada y (también muy importante y no siempre tenido en cuenta) menor capacidad de hacer frente a desafíos sanitarios por lo que se incrementa la mortalidad en engorde y la tasa de reposición.
De esta forma,
- baja el coste de adquisición de las hembras productoras (e indirectamente el coste del pienso de engorde, por bajar el tamaño de camada); como contrapartida,
- reducimos los ingresos en matadero por reducir el tamaño de camada y por destinar parte de las hembras AB a producir animales que no irán a matadero.
La gráfica 1a muestra la evolución de la diferencia den rentabilidad que se obtiene en nuestra granja modelo al autorreponer con hembras cruzadas AB que han vuelto a ser inseminadas con semen B.
Nuestro tamaño de camada para hembras AB era de 10,7 pero al realizar esta práctica la heterosis baja, y con ello el tamaño de camada.
Cuantas más generaciones se repita el proceso de autorreposición, más bajará el tamaño de camada.
Si, por el ejemplo el tamaño de camada baja solo a 10,5, será más rentable autorreponer de esta manera, ya que supondrá una ventaja de 1,91 euros por hembra y año.
Sin embargo, podemos observar que, en nuestro caso, sería económicamente ventajoso hacer esta autorreposición siempre y cuando el tamaño de camada no descienda por debajo de 10,45, aprox. Esta bajada en tamaño de camada por bajada de heterosis se alcanza fácilmente en tan solo una generación en que realicemos esta práctica.
A partir de ese punto, es más rentable adquirir hembras en centros de genética reconocidos. Es, por tanto, recomendable, no recurrir a la práctica de la autorreposición.
Las gráficas 1b y 1c, muestran cómo bajaría la rentabilidad conforme baja el tamaño de camada en caso de que nos encontremos en situaciones extremas que nos puedan llevar a reducir costes.
Así, la gráfica 1b presenta el caso de un incremento en el precio del pienso de engorde.
- La línea naranja representa la bajada en rentabilidad conforme baja el tamaño de camada en el caso de que el pienso costara 0,28 € por kg.
- La línea azul muestra la bajada en rentabilidad conforme baja el tamaño de camada en el caso de que el precio de pienso fuera de 0,24 € por kg.
Podemos ver que el precio de pienso tiene una baja influencia sobre la bajada de la rentabilidad.
La gráfica 1c muestra los resultados en el caso de que varíe el precio de venta a matadero. Así, la línea naranja muestra los valores en el caso de que el precio de venta estuviera en 1,80 € por kg, y la azul para valores de 2,1 € por kg.
Así, en nuestro ejemplo, para precios bajos de lonja no es rentable la autorreposición si el tamaño de camada baja de 10,4, y para precios altos el límite se encuentra en 10,5.
De nuevo, esta bajada en tamaño de camada se puede obtener fácilmente en tan solo una generación de autorreposición.
La gráfica 1d muestra el caso en que el ciclo sea de 42 días (línea naranja) frente a 49 días (línea azul), y nos muestra como en los ciclos largos es aún menos aconsejable la autorreposición.
Escenario atípico 2.
En este caso el(la) cunicultor(a) se encuentra en el escenario ideal, pero llega un periodo de crisis y decide frenar la adquisición de hembras de reposición de centros de genética y reemplaza las hembras productoras AB con hembras de los gazapos de producción (ABC) que se habían producido para ir a matadero.
Esta línea C está seleccionada por caracteres de crecimiento, pero tiene un bajo tamaño de camada. Así, al aplicar la autorreposición, las hembras productoras llevarán un 50% de genética C, caracterizada por bajos valores de tamaño de camada.
El porcentaje de genética C de las hembras irá aumentando conforme aumenten las generaciones en que se realiza esta práctica. En este caso la bajada de rentabilidad es más acusada.
De esta forma:
- nos ahorramos la inversión en genética, y los gazapos de producción tienen mayor crecimiento: en el escenario ideal los gazapos de producción llevan un 50% de genética de una línea seleccionada por caracteres de crecimiento. En esta, sin embargo, llevan 75%. Como contrapartida,
- reducimos los ingresos en matadero por reducir el tamaño de camada y, destinar parte de los gazapos de producción a reposición.
En este caso, la bajada de tamaño de camada es tan acusada, que es muy difícil que la autorreposición nos salga rentable. Para un tamaño de camada de 10,7 en el caso de hembras AB, y dado un tamaño de camada de 8 en la línea C, el tamaño de camada de las hembras ABC alcanzará como máximo 9,3 y, en nuestro ejemplo, implicaría una pérdida de más de 15 euros por hembra y año.
Hay que destacar que es imprescindible estudiar el caso particular de cada granja y las características particulares de cada línea genética utilizada. Sin embargo, podemos concluir que, en las condiciones standard que hemos asumido en este trabajo, la autorreposición no implica una ventaja económica.