Se publicó hace poco el INFORME ESVAC: Uso de antimicrobianos en veterinaria en 31 países Europeos en el 2018 en el que se recoge información deñ consumo de antimicrobianos en Europa.
El estudio se basa, como ya es conocido, en el consumo de mg/PCU de antimicrobianos en la población animal destinada a consumo humano.
El dato PCU es la Unidad de Corrección Poblacional que cada especie animal destinada a consumo humano tiene para poder comparar los datos entre especies y entre países y indica o expresa el consumo en miligramos de materia activa de antimicrobianos consumida por unidad poblacional de ganadería normalizada, de forma que 1 PCU viene a ser 1 kg de carne para consumo estandarizada de cualquier especie.
Nos afecta mucho más el hecho que una granja de conejos son siempre de ciclo cerrado, de forma que el consumo de antimicrobianos en maternidad nos penaliza a priori sobre el cálculo de mg/PCU ya que se realiza en la misma instalación que el periodo de cebo.
Aunque en los cálculos finales por especie esta diferencia se irá reduciendo para las especies con diferentes tipos de instalaciones (granjas de maternidad, transición y cebo diferenciadas por ejemplo en porcino o como en gallinas reproductoras pesadas y pollos de engorde).
Los resultados presentados en el estudio son muy positivos ya que se observa una marcada reducción respecto a otros años con consumos que se enmarcan desde 2,9 mg/PCU hasta 466,3 mg/PCU dependiendo el país con una media de 103,2 mg/PCU entre los países durante el 2018.
Un dato muy interesante del estudio es la concentración del 67,9% de los antimicrobianos utilizados en tres familias concretas: Las tetraciclinas (con el 30,7% del consumo global), las penicilinas (con el 28,8% del consumo global) y a continuación pero a gran distancia, las Sulfamidas (con el 8,4% del consumo) en el global de los 31 países.
Destacar que en España el sector ganadero ha conseguido en prácticamente 4 años reducir el consumo de antimicrobianos a la mitad, pasando de un consumo en el 2015 cercano a 420 mg/PCU a los 230 mg/PCU del 2018.
Este es un cambio de tendencia importantísimo ya que como se puede comprobar el aumento de consumo de antimicrobianos tenía una clara tendencia alcista, y por tanto, no solo se invirtió la tendencia sino que el consumo disminuyó de forma decidida pronosticando en algunos ámbitos una sensible mejoría para los siguientes años en nuestro país.
No se pueden hacer muchas comparativas entre países de forma sencilla ya que la importancia relativa de las diferentes ganaderías en cada país sesga los datos así como el tipo de ganadería
Así nos encontramos que en países de baja densidad poblacional o con grandes extensiones de campos, como son los países del norte de Europa, tienden a tener producciones más extensivas con distancias entre instalaciones mayores entre ellas que las que se tienen en los países mediterráneos donde el espacio para las instalaciones es más reducido y la densidad poblacional mucho más alta.
En el estudio se puede observar un dato muy significativo en concreto, que una gran parte del pastel de la disminución del consumo de antimicrobianos se observa en las cefalosporinas de 3ª y 4ª generación (24,4% de disminución en el consumo), polymixinas (colistina para entendernos con una disminución en el consumo del 69,8 %) y quinolonas y fluoroquinolonas (enrofloxacina para entendernos con una disminución cercana al 75% en el consumo).
Las diferencias de familias de antimicrobianos entre los diferentes países son muy amplias y corresponden a grandes trazos con el tipo de ganadería imperante en el país en cuestión y sobre todo en la cantidad de ganadería que se encuentra en el país.
Para poner un ejemplo extremo, tenemos el caso de Islandia, donde la producción en PCU de caballos para consumo humano casi duplica la producción en PCU de cerdos y pollos conjuntamente del país y incluso supera la producción de carne de ternera para consumo.
El informe en definitiva es claramente positivo en sus objetivos logrados y marca una tendencia clara en la evolución del consumo de antimicrobianos en producción animal en el que el uso racional de antimicrobianos ya es un hecho interiorizado por el sector
