Manejo

Racionar para ahorrar

Escrito por Osmayra Cabrera

El racionamiento de la alimentación es una de las medidas de manejo más eficaces para el control de procesos digestivos y además fáciles de implementar.

El objetivo último de las granjas es conseguir la mayor cantidad de gazapos del peso deseado al menor coste posible. Dado que la cría animal es un proceso que depende de múltiples variables, los enfoques que se han dado a este objetivo han ido variando con el tiempo. Es importante conocer cómo cada variable influye en el coste del animal producido (la amortización de las instalaciones, el trabajo del ganadero, el coste del alimento, la oportunidad de mercado…) para saber dónde podemos mejorar. Pero no hay que olvidar que todas estas variables son más o menos interdependientes, de forma que si apretamos la máquina demasiado por un lado, probablemente se rompa por otro.

Un paradigma que estuvo de moda fue acelerar el proceso de racionamiento del pienso al máximo para reducir el trabajo del ganadero y amortizar las instalaciones

Un paradigma que estuvo de moda fue acelerar el proceso al máximo para reducir el trabajo del ganadero y amortizar las instalaciones. Así, estuvieron en boga filosofías como la de las lactaciones ultracortas, las cuales aumentaban el número de nacidos al año, pero descuidaban el incremento de las necesidades de reposición o la dificultad de adaptación de los gazapos al pienso. Con el tiempo, la tendencia fue alejarse un poco de este extremo para dar una vida productiva más larga a las conejas y reducir la incidencia de patología en los engordes.

Una práctica que ha venido siendo habitual es la de subministrar pienso a voluntad en la fase de engorde. Sin embargo, la escalada de precios que llevamos viviendo los últimos años ha hecho que muchos se replanteen esta estrategia. Es más, la aparición de la enterocolitis en los 90 ya motivó a usar la restricción alimentaria como forma de control de la mortalidad. Más tarde se vio como este mismo racionamiento permitía ahorrar también en medicamentos. Pero no todo es tan sencillo, no basta con repartir menos pienso. Corremos el riesgo de conseguir que los animales no engorden a un ritmo adecuado y acabar perdiendo dinero con la feliz idea.

El racionamiento, para que sea exitoso, debe contemplar dos pilares:

    • Saber cuáles son las necesidades de los animales para poder garantizarlas en la ración subministrada.
    • Hacer efectivo el racionamiento de la forma más exacta posible, pues de nada sirve tener los mejores cálculos si la realidad se empeña en hacerlos impracticables.

Las necesidades de pienso a distribuir dependen de la curva de alimentación de los animales.

Esta varía con la genética, las condiciones ambientales de estabulación y la evolución concreta de cada lote. Así, es imprescindible disponer de datos previos propios de la granja que nos permitan formular el alimento y establecer la ración y hacer un seguimiento constante de la evolución del lote (ganancia media diaria y uniformidad de las camadas) para corroborar que estamos cumpliendo nuestros objetivos de cebo.

La implementación del sistema de racionamiento dependerá de nuestra situación. Lo ideal sería una suministración individual de la ración, pero este protocolo choca con la gestión de los gazapos en camadas. Incluso un tratamiento individualizado de las camadas puede ser inasumible de forma manual con los tamaños de lote que son corrientes actualmente. El refinado de los sistemas de distribución mecanizados encuentra su oportunidad en el mercado.

Las primeras estrategias que se han aplicado se basan en el uso de  temporizadores sobre el motor del sinfín de distribución del pienso o en reguladores de la velocidad de trabajo del mismo sinfín. Estas estrategias, más o menos baratas, son poco precisas y bastante inflexibles.

Los autómatas de racionamiento son opciones más desarrolladas: pueden gestionar las jaulas por líneas, permitiendo un tratamiento más flexible de las camadas, más adaptable a la evolución de los crecimientos y consumos.

Incluso a veces pueden incorporar planes de alimentación, que considerando la edad de los animales, calculan las horas de comida y las cantidades a distribuir.

En cualquier caso, para racionar correctamente es imprescindible el pesaje. Hay que pesar un porcentaje de camadas regularmente para corroborar que los animales crecen correctamente. Hay que pesar el pienso subministrado en algunas jaulas para corroborar que a los animales llega el alimento que queremos. Tampoco podemos dejar de uniformizar las camadas para que el engorde del lote sea regular, tanto en número de gazapos como en peso. Y en última instancia hay que evitar que las jaulas estén sobrepobladas, para prevenir que una excesiva competencia deje subalimentados a los gazapos menos valientes.

Pero no todo es más trabajo. Racionar, además del ahorro en alimento, también tiene otras ventajas derivadas: se reduce la incidencia y gravedad de algunas patologías digestivas como la enterocolitis, de forma que se mejoran resultados globales y cae el gasto en medicamentos. Además, también permite la detección precoz de patologías con una simple inspección de los comederos antes de dar de comer. Si aparece un problema, lo cual suele llevar a que los conejos dejan de comer, te enteras desde el primer día.

En resumen, para racionar hay que:

  • Reformular el pienso y calcular la cantidad de ración.
  • Establecer un sistema de racionamiento adecuado a nuestras necesidades.
  • Controlar la correcta suministración de la ración y la correcta evolución de cada lote.

Racionar nos permitirá ahorrar en pienso, pero también alterará nuestro sistema de manejo. Racionar supone variar los parámetros de manejo e invertir en el cambio, esperar que el sistema se adapte a las nuevas consignas y valorar los resultados para saber si nos merece la pena.

EL RACIONAMIENTO PERMITE LA DETECCIÓN PRECOZ DE PATOLOGÍAS CON UNA SIMPLE INSPECCIÓN DE LOS COMEDEROS

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Osmayra Cabrera

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