Para obtener un buena efectividad inmunitaria en la vacunación hay que tener en cuenta una serie de premisas y buenas prácticas necesarias para asegurar que la vacuna tenga la eficacia que deseamos.
Frecuentemente observamos fallos vacunales o inmunizaciones deficientes por no ser rigurosos en el protocolo a seguir creando situaciones de riesgo innecesarias.
Conservación
Las vacunas deben conservarse en la nevera y su transporte debe ser refrigerado entre 4 y 8ºC. No puede haber una rotura en la cadena de frío hasta su utilización.
Las neveras deben estar limpias y deben tener un sistema de control de temperatura. Si se congelan o sube la temperatura por encima de los 15ºC deben desecharse a menos que la etiqueta especifique lo contrario de forma clara.
Nunca se deben exponer los viales directamente a la luz solar directa y se recomienda que tampoco a la luz artificial, como puede ser de la nevera, aconsejándose que siempre se encuentren dentro de los envoltorios comerciales.
Aplicación
La vacuna o el diluyente deben sacarse de la nevera con el tiempo suficiente de antelación sin excederse para que la temperatura de aplicación se atempere lo suficiente.
Generalmente se aconseja que la temperatura de aplicación sea alrededor de unos 20ºC pero no debe permanecer mucho tiempo a esa temperatura.
Si la vacuna se tiene que reconstituir se recomienda atemperar el diluyente y que se reconstituya a 20ºC donde la disolución es mejor y se obtiene una mayor homogeneidad de mezcla.
Una vez reconstituida la vacuna o atemperada debe usarse de inmediato. No es conveniente superar los 30 minutos desde su reconstitución, siendo más restrictivos en verano donde el periodo de validez puede ser inferior incluso a los 15 minutos.
La vacuna debe permanecer siempre protegida de la luz en frascos opacos o en su defecto recubiertos de papel de aluminio.
La dosis debe ser respetada según las indicaciones del prospecto del fabricante de la vacuna o en su defecto por el veterinario de la explotación si cree conveniente variarlo por motivos circunstanciales.
Las agujas deben cambiarse por cada animal. En situaciones de bajo riesgo y animales de cebo puede aceptarse utilizar una aguja por camada.
Bioseguridad en la vacunación
NO desinfectar las agujas y/o jeringas/dermojets con alcohol u otro desinfectante bajo ningún concepto. Puede destruir fácilmente el agente inmunógeno si tratamos con una vacuna viva atenuada.
Si se reutilizan las agujas, éstas deben ser hervidas durante 1 minuto como mínimo y se deben sumergir en agua fría inmediatamente después de retirarse del fuego.
No se deben vacunar animales sospechosos de estar enfermos, pues el riesgo de fallo vacunal es elevado y puede darse a menudo casos de reacciones adversas vacunales.
En enfermedades inmunosupresoras como la mixomatosis es frecuente que no desarrollen inmunidad los animales vacunados, ya que el virus puede actuar de forma subclínica pasando desapercibida y dejando totalmente indefensos y sin capacidad de reacción inmune a los animales.
Desechar debidamente frascos abiertos o reconstituidos al final de la vacunación.
Bienestar
Las agujas en mal estado con la punta roma por su uso deben ser desechadas ya que lesionan a los animales vacunados.
Los animales deben estar tranquilos y sin estrés, evitando situaciones que inactiven la respuesta inmunitaria con una manipulación tranquila.
No es conveniente que la vacunación la realice el personal de menor cualificación de la instalación a menos que tenga formación adecuada.
No se deben manipular los animales en las horas de calor agobiante ni frío intenso.
Si la temperatura corporal es elevada por el calor ambiental el virus vivo se inactiva y no procede a inmunizar a los animales.
Del mismo modo el sistema inmunitario reacciona de forma deficiente ante una agresión térmica (una agresión térmica la podemos sufrir a partir de 26-28ºC).