28/11/2014
Reportaje

Abriendo mercados gracias al diálogo

Adam Sorribes es un cunicultor veterano en un pueblo de Lleida, Butsenit de Urgell. Una localidad pequeña con varias granjas en activo y otras cerradas, que demuestran la gran tradición en ganadería cunícola que hay en esta localidad de apenas 250 habitantes

Butsenit de Urgell tiene mucha importancia como centro de producción cunícola pues apenas en 15 km encontramos 4 mataderos de conejos -de los cuales uno ya no se encuentran en activo-. Aquí es donde hace 23 años (a principios de 1991) Adam Sorribes comenzó la singladura.

El diseño era el tradicional por entonces, en la que la familia -Adam con la colaboración de su madre, padre y hermano- tenia repartidas las responsabilidades.

Arrancaron en una nave de 43 metros de largo por 9,6 metros de ancho con una disposición innovadora por aquel entonces. Tenían un almacén central que dividía maternidad de engorde, con la ventilación por ventanas estáticas en las que posteriormente se instalaron extractores con mayor o menor eficacia.

En esta nave inicial tenían 240 conejas reproductoras más los machos correspondientes y su cebo.

“Debía aumentar la producción para mejorar la rentabilidad del negocio”

Poco a poco la granja fue modernizándose y Adam tomo las riendas de la explotación. Valoró la necesidad de aumentar la producción para mantener la rentabilidad del negocio, adquiriendo en el 2001 una nave peteneciente a una granja de cerdos situada a unos 800 metros de la granja inicial.

En esta granja se instalaron en una primera fase 600 conejas reproductoras y posteriormente se incorporaron 400 conejas más. Así, con cerca de 1000 huecos de reproductoras en la nave de dos pisos -cada uno de 53 metros de largo por 8 metros de ancho-, fue transformando la nave inicial en un cebadero exclusivo. A su vez, aumentó la capacidad de la explotación con jaulas al aire libre en un lado de la nave para poder tener espacio suficiente de cebo.

Esta segunda nave presentaba un sistema de ventilación estática aunque debido a los codicionantes ambientales rápidamente se instalaron sistemas de ventilación dinámica con un ordenador central SKOV controlando el ambiente.

La dificultad de ventilar la nave básicamente se debía a que sólo tenía ventanas en un lado y en el extremo donde se colocaría la entrada de aire se encontraba ubicado el estercolero. Por tanto, el riesgo de entrada de aire viciado era muy alto, teniendo que buscar alternativas.

Con interés de mejorar y profesionalizarse inició la técnica de inseminación (sí, ahora casi nadie se lo plantea, pero en los inicios no se veía muy claro). A los pocos años, decidió que no le gustaba depender de otros e invirtió en una pequeña nave para realizar un centro de inseminación propio que empezó a funcionar en 2005.

Con la crisis que estamos sufriendo en cunicultura -iniciada entre otras por los precios de las materias primas-, Adam se encuentra ante una situación en la que decide diversificar los ingresos familiares. Así, la que fue la primera economía familiar pasa a un tercer término, comprando camiones y dedicando parte de su tiempo al transporte de materias primas, buscando un trabajador que llevase el peso de la granja y que él supervisaba.

Su padre tuvo que involucrarse de forma seria en la gestión diaria de la granja ya que encontrar un trabajador con formación no es sencillo y necesitaba que alguien supervisara el trabajo que debía realizar la persona contratada.

Esta situación en plena crisis se hacía realmente insostenible y, a principios del 2013, decide finalmente cerrar la explotación. Vacía totalmente las naves pero se queda con sólo 10 conejas para autoconsumo.

Decisión que evidentemente fue muy dura después de tantos años, pero la economía manda, y si uno lleva 6 ó 7 años en los cuales el rendimiento de la explotación es muy bajo, es la alternativa a tomar.

Sin embargo, nunca puedes estar seguro de cómo va a evolucionar todo. Por motivos burocráticos sufre problemas con el transporte de materias primas y en esta tesitura se encuentra un día con Joan Caubet, propietario del matadero de conejos de una localidad próxima.

Compartiendo experiéncias sobre conejos terminan cerrando un trato para la producción de una línea nueva de producto: Hembras de 3,5 meses de vida para la producción de troceados específicos y elaborados que el matadero tiene intención de realizar.

Parece sencillo, pero es volver a empezar. Había vendido todas las jaulas de conejas de la nave inicial del 1991 y reformado la instalación para terneros.

Además, tenía la intención de convertir la segunda nave hacía el mismo sector.

Por ello sólo volvió a reformar para la cunicultura el segundo piso de la nave y alquiló otra nave que estaba cerrada desde hacía muchos años, instalando el cebo hasta los tres meses y medio allí, dejando la nave propia para las reproductoras -con capacidad para unas 200-.

Esta vez decidió renovar toda la sala donde estaban las reproductoras ante la posibilidad de futuro que veía en la nueva orientación productiva.

Invirtió dinero en aislar techos y paredes con una capa de 3 cm de poliuretano inyectado, instalando extractores más modernos y eficaces conectados al ordenador para el control ambiental y poniendo en la pared inicial paneles humidificadores.

Como es evidente, al haber vendido todas las jaulas tuvo que volver a comprar éstas y montarlas de nuevo.

Después de muchos años el valor de un buen control ambiental tiene mucho peso y es por ese motivo que a pesar de tener sólo 200 conejas reproductoras invierte tiempo y dinero en acondicionar la nave.

Mantiene la nave a 24ºC en verano y 20ºC en invierno, un rango de temperaturas que le ofrece una estabilidad productiva y de crecimiento necesaria para dar a los animales un ambiénte adecuado.

En el apartado de pienso es cuando vemos una diferencia significativa. A pesar de tener sistemas de alimentación automática no los ha instalado.

“Producimos una línea nueva de productos, Hembras de 3,5 meses de vida para troceados específicos y elaborados cárnicos”

Cuando le preguntamos por qué no los instala, razona que para poder realizar un producto de calidad y con tan pocos animales prefiere hacer el reparto manual e ir restringiendo el pienso administrado.

Si una jaula no se ha comido el pienso administrado revisa los animales y los bebederos, buscando la causa. En pocas palabras “sabes lo que das, cómo lo das y cómo responden cada día los animales”.

La granja funciona con piensos del Grupo Alimentario Guissona, un pienso de madres estándar hasta los 25 días de vida y luego unos 50 días de pienso medicado, acabando con 30 días de pienso de retirada.

El pienso medicado es uno de los habituales hoy en día con valnemulina, doxiciclina y colistina. Sin embargo, en breve habrá de comenzar a cambiarse por temas legislativos a piensos con una sola premezcla medicamentosa.

Joan Caubet, propietario del matadero de conejos, asegura tener mucho mercado con esta nueva línea de productos

Tiene equipos necesarios que aseguran y verifican la calidad del agua que ofrece a sus animales. “Antes casi cada mes tenía que medicar con algo y ahora nada” nos comenta

El manejo se simplifica al máximo buscando también la seguridad: dos bandas a 25 días postparto. Aquí se prima la calidad del animal, no la producción por coneja.

Las hembras deben llegar al matadero en perfectas condiciones. De momento, los machos se sacrifican en el matadero a los 2 meses y él mismo nos confiesa que son un estorbo pero que aún no sabe cómo obtener sólo hembras en los partos.

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agriNews

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