En los últimos años, ha desempeñado diversos puestos relacionados con la investigación en dicha Universidad, entre los que cabe destacar el de Vicerrector de Investigación. Actualmente es Director del Instituto de Investigación en Ciencias Biomédicas.
Su labor científica se ha centrado, desde el 2002, en el ámbito de la patología cunícola, habiendo publicado, sólo en este campo, más de medio centenar de trabajos científicos en revistas y congresos tanto internacionales como nacionales. Este hecho pone de manifiesto su compromiso y esfuerzo en la difusión científica de su actividad investigadora.
¿En qué líneas de investigación estáis trabajando actualmente?
En 2002, cuando comenzamos a trabajar en cunicultura, realizamos un estudio sobre las principales patologías que provocaban la eliminación de las conejas de las granjas. Este estudio nos confirmó la importancia de las infecciones por la bacteria Staphylococcus aureus como principal causante de mastitis, abscesos y pododermatitis. Por ello comenzamos a estudiar, y en ello seguimos actualmente, las características moleculares de este germen. En estos años hemos identificado parte del arsenal genético que posee este microorganismo, lo que nos ha permitido comprender mejor la forma que tiene de infectar y provocar lesiones en los conejos. Únicamente conociendo a nuestro enemigo (en este caso S. aureus) seremos capaces de luchar, de una forma efectiva, contra él.
¿Hacia dónde se dirigen las futuras líneas de investigación?
El año pasado comenzamos con un nuevo proyecto de investigación, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, conjuntamente con investigadores de las Universidades Politécnica de Valencia, California (EEUU) y Aarhus (Dinamarca). Es un proyecto muy ambicioso, aplicado y de carácter multidisciplinar donde participan investigadores de diferentes áreas: genética, nutrición, fisiología, reproducción y patología. En este proyecto, nosotros nos encargamos de estudiar la respuesta inmune de diferentes estirpes genéticas de conejos al enfrentarse a distintos desafíos. Por ejemplo, a altas temperaturas, infecciones por S. aureus o diferentes protocolos de destete e inseminación. De esta forma podremos identificar qué líneas genéticas se adaptan mejor a las condiciones que los diferentes cunicultores tienen en sus granjas, permitiéndoles incrementar su producción y minimizar las pérdidas.
¿Qué importancia tiene la presión del consumidor sobre los estudios-investigación que realizáis?
La investigación básica es una tarea ardua en la que, en muchas ocasiones, avanzas un paso y retrocedes dos; de la que no se pueden esperar resultados inmediatos y que no puede modificar bruscamente su rumbo. Por ello, la presión de los consumidores, muchas veces relacionada con crisis alimentarias puntuales y, en ocasiones, condicionada por los medios de comunicación, no suele tener un gran efecto en la investigación que hacemos. No obstante, soy un verdadero creyente de la tesis de que la investigación tiene que servir para el avance del sector cunícola y solventar, en la medida de lo posible, sus problemas; por lo que me interesa principalmente la opinión de los productores. Tampoco hay que olvidar que, en definitiva, nosotros trabajamos en la sanidad animal; hecho de lo al final siempre se beneficia el consumidor.
«Soy un verdadero creyente de la tesis de que la investigación tiene que servir para el avance del sector cunícola y solventar, en la medida de lo posible, sus problemas; por lo que me interesa principalmente la opinión de los productores»
Cuánto tarda una experiencia de campo o una investigación de las que realizáis su incorporación por las empresas del sector?
No es fácil hacer un cálculo así, ya que depende del tipo de investigación (básica o aplicada). Pero para hacernos una idea, un estudio experimental puede tardar, sólo en publicarse en una revista internacional, unos 2-3 años, en el mejor de los casos.
¿Es suficientemente dinámico el sector cunícola en España?
Me he incorporado en el sector cunícola hace poco más de 10 años y mi bagaje, por lo tanto, es ciertamente limitado. Mi principal contacto con el sector, además de las visitas que realizamos a las granjas y entrevistas con veterinarios, son las diferentes reuniones científicas y ganaderas que se celebran a lo largo del año. En este aspecto creo que es un sector ciertamente dinámico, donde sus componentes muestran una gran inquietud por resolver los problemas que acucian al sector. Sin embargo, lo más llamativo (y he reconocer que reconfortante) es la gran cohesión que existe entre los diferentes grupos de investigación que trabajan en cunicultura. No obstante, echo de menos una mayor participación de los productores en dichas reuniones. Al fin y al cabo, como indicaba anteriormente, nuestro trabajo tiene como objetivo último ayudarles a mejorar.
¿Cuáles son los principales problemas en el tratamiento de enfermedades?
Como les digo a mis alumnos, “el secreto de un tratamiento eficaz reside en realizar un correcto diagnóstico”. Efectivamente, sin un diagnóstico certero es imposible tratar adecuadamente una enfermedad. Un diagnóstico no certero normalmente se acompaña de una sobre-medicación de los animales, por la utilización de fármacos de amplio espectro. Esto a su vez nos genera un incremento de las resistencias de los gérmenes que a medio plazo dificultan, todavía más, el tratamiento.
Como les digo a mis alumnos, “el secreto de un tratamiento eficaz reside en realizar un correcto diagnóstico”.
Hemos confirmado el incremento de las resistencias a antibióticos en cepas de S. aureus obtenidas de las mismas granjas en diferentes años.
Entonces, ¿cuál es el principal problema del diagnóstico?
La respuesta no es sencilla, ya que intervienen muchos factores. En ocasiones, el cunicultor trata a los conejos sin consultar con el veterinario, de tal forma que cuando éste llega (porque el problema no se ha resuelto) el cuadro clínico de los animales no es el original y está enmascarado con procesos secundarios. A veces, por qué no, por falta de pericia de los propios veterinarios que, no siempre pueden dedicarse exclusivamente a esta especie animal. Esta falta de especialización se echa en falta también en algunos laboratorios de diagnóstico, demasiado generalistas y, no siempre, dados a interpretar los resultados junto con el veterinario. Y finalmente, la ausencia de agentes etiológicos claramente identificados, como en el caso de la Enteropatía Epizoótica Cunícola, o la aparición de nuevas variantes de enfermedades clásicas como la Enfermedad Vírica Hemorrágica, con cuadros clínicos diferentes.
¿Qué información nos da el estudio del agente patógeno que después se puede aplicar a nivel de campo?
Como señalaba anteriormente, sólo es posible luchar con eficacia contra un agente patógeno cuando se le conoce en profundidad. Por ello es necesario estudiarlo en detalle, para saber cómo infecta, por dónde entra en el conejo, cómo lo invade, qué toxinas produce, de qué forma evade la respuesta inmune que pretende destruirlo, si se acantona o no en determinados lugares, etc. Por ejemplo, hemos visto que S. aureus persiste en los conejos principalmente a nivel nasal, transformando a los animales en portadores de este germen. Por lo tanto, podríamos fácilmente disminuir la entrada de este germen en las granjas, haciendo un simple cultivo (barato y rápido) de un hisopo de las fosas nasales, en aquellos animales que procedan de otras granjas.
También hemos visto que existe un número reducido de tipos genéticos de S. aureus distribuidos en las granjas cunícolas. El estudio de estos agentes nos permite conocer su susceptibilidad frente a determinados antibióticos. Esto permitiría emplear menos antibióticos y más eficaces, lo que redundaría en la aparición de menores resistencias a estos fármacos y, en definitiva, un abaratamiento y mayor rentabilidad de la producción.